La tragedia ocurrio en este colmado del sector la cañita |
Por una brecha diminuta entre un grupo de
hombres que jugaba dominó pasó la bala que cegó la vida de María
Eduvirgen Comprés. Esta niña de apenas dos años murió la noche del
miércoles en una balacera que se produjo durante un asalto en un negocio
en el sector El Tripero, de Las Cañitas, al norte de la capital Santo
Domingo.
La bala se le metió en la cabeza y la niña cayó con un pedazo de pan en la boca.
El
padre, Carlos Ricardo Comprés de la Cruz, de 27 años, la había llevado
al colmado para comprar el pan y los huevos del desayuno de la mañana.
Se levantaba temprano para vender cubetas de plásticos y otros envases
en las calles del barrio. “Pero mi niña, que se despertaba siempre
sonriente y cariñosa, ya no me despedirá ni tampoco me esperará en la
puerta cuando regrese por la tarde”, dijo el padre entre sollozos,
mientras ofrecía declaraciones en el Palacio de la Policía Nacional.
La
niña falleció mientras recibía atenciones médicas en el Hospital
Moscoso Puello, adonde fue llevada moribunda por el padre y los vecinos.
“Fue la banda de El Campe, de la calle Trinitarios, del Simón
Bolívar, drogadictos y asaltantes, que siempre vienen a atracar y robar a
la gente del barrio”, denunció Alejandro Comprés, abuelo paterno de la
niña. Dijo que desafortunamente su nietecita, que era un amor para toda
la familia, se encontraba en el colmado “Bendición de Dios”, al final de
la calle El Amparo, donde la llevó su padre para comprar comida.
Como
presuntos autores del hecho, la Policía persigue a siete sospechosos,
algunos con los motes de “El Poli”, “El Campe”, “Deivi”, “Quequeto” y
“Wamper”.
Eran casi las 9:00 de la noche. Afuera del colmado los
vecinos jugaban dominó, y el padre y la hijita salían para regresar a su
casa, cuando de repente aparecieron siete pandilleros del Simón
Bolívar, montados en motocicletas, que luego de asaltar a varias
personas y arrebarles dinero y teléfonos móviles, se alejaron
disparando.
“Ella estaba esperando que el padre acabara de
despedirse comiendo un pedazo de pan y en ese instante sonaron los
disparos en la calle”, contó la madre, Enmanuelle de la Rosa, mientras
señalaba con incredulidad el lugar de la cabeza por donde le entró la
bala a su pequeña hija.
Un río de lágrimas, con frases y lamentos
de confusión, corrían por las mejillas polvorientas de la mujer,
mientras esperaba en un salita de Patología Forense que le entregaran el
cuerpecito de su Eduvirgen.
El drama de Enmanuelle es igual al de
Magaly Gil, quien hace apenas un mes sepultó a su hijo Ariel Jiménez,
de 6 años, impactado por un disparo en una balacera entre bandas
rivales, mientras el niño jugaba con su madre y su abuela, frente a su
casa, en el barrio Cristo Rey de la capital. Pero también este año balas
perdidas y balaceras entre pandillas han cegado la vida de niños en
Barahona, Baní, Santiago, Puerto Plata y otros muchos lugares del Gran
Santo Domingo.
En los últimos cuatro años, en el Hospital Moscoso
Puello han sido atendidos 150 niños y menores de 17 años heridos con
armas de fuego.
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